Para crear redes y trabajar en red hay que pensar en red
Por Sonia Abadi
Soy la Dra. Sonia Abadi, médica, psicoanalista, profesora universitaria,
autora de numerosos artículos y varios libros publicados en diferentes países.
Como especialista en modelos de pensamiento y sin abandonar mi profesión de médica psicoanalista, hace ya varios años que me dedico a la investigación y a la promoción del modelo que he creado y con el que actualmente estoy
trabajando: Pensamiento en Red®. En 2007 publiqué el libro “Pensamiento en Red®, una nueva disciplina para crear, realizar y vivir”, Ed. Temas, 2007.
Pensamiento en Red es un modelo transdisciplinario que integra avances de la psicología, las neurociencias, la ciencia de las redes complejas y las nuevas teorías de la comunicación. La aplicación de este modelo desarrolla y transforma las estructuras mentales, generando y expandiendo la creatividad individual, la colaboración creativa, la innovación y la generación de redes
sociales y organizacionales.
Estudiando formas no lineales de conocimiento, encuentro que el concepto de Pensamiento Complejo de Edgar Morin presenta gran afinidad con los desarrollos teóricos que vengo investigando.
Morin reconoce lazos y relaciones de implicación y retroalimentación con lo distante y lo diferente, el futuro y lo inmediato, y toma en cuenta el azar. Su modelo aspira a un conocimiento multidimensional, que sin embargo no pretende abarcarlo ni integrarlo todo, ya que lleva implícitas la incompletud y
la incertidumbre inherentes tanto a los fenómenos en sí como a los alcances de
la comprensión humana. A lo largo de su obra, Morin nos alerta acerca de los riesgos de la simplificación, la generalización, el reduccionismo y la disociación, todas formas de la ceguera, el prejuicio y la desintegración.
Para Morin, en un sistema complejo coexisten el orden y el desorden, no como opuestos o contradictorios, sino como complementarios. Y cada elemento
es, a la vez, causa y consecuencia de los otros.
Les acerco a continuación una breve síntesis del modelo desarrollado en
el libro Pensamiento en Red
Para crear Redes y trabajar en Red hay que pensar en Red
Cae la lógica de fronteras y comienza a definirse un nuevo paradigma, el paradigma de las redes. Esta nueva realidad implica nuevos riesgos, desafíos y
valores. Hoy, trabajar en red ya no es una opción sino una necesidad vital. La conectividad se ha transformado en un valor esencial para generar estructuras consistentes, a la vez flexibles y
dinámicas, que promuevan la productividad y la calidad de vida, capitalizando
la diversidad y la creatividad de las personas. Muchos de nosotros, y las organizaciones a las que pertenecemos, estamos intentando trabajar en red, pero esto sólo será posible si conocemos el comportamiento de las redes vivas y las leyes que las rigen. Esto nos permitirá navegar las redes de las que formamos parte y crear nuevas redes acordes a nuestras necesidades.
Las redes vivas son sistemas abiertos que no tienen límites, sólo expansión o retracción. La nueva ciencia de las redes nos enseña que existen reglas de funcionamiento que las caracterizan y estrategias específicas para crearlas e instrumentarlas.
Nos hallamos todos conectados de múltiples maneras. Cada comunidad se encuentra enlazada por nexos formales que conectan a aquellos que tienen actividades, proyectos u objetivos en común; pero también por lazos informales, a veces azarosos, tejidos por afinidades en otros aspectos de sus
intereses y su personalidad.
En una organización, los lazos formales generan denominadores comunes, objetivos compartidos y estructuras cohesivas. Por su parte, los lazos informales agregan valor, integrando la diversidad de personas, culturas, grupos humanos, saberes y recursos.
En general, cuando intentamos configurar una red para cumplir un proyecto, tendemos a ignorar, desestimar o incluso recortar los lazos informales, temiendo que le resten vigor al objetivo, o que inunden de saberes no pertinentes y de emociones humanas el campo de trabajo. Sin embargo, la
ciencia de las redes destaca que agregar cualquier lazo informal a una red formal aumenta exponencialmente su conectividad total. Debido a eso, la gente más apta para formar redes y mantenerlas activas es aquella que desarrolla diversos talentos, intereses y experiencias en áreas a veces muy alejadas de su profesión o actividad habitual. Estas personas aportan a la red sus lazos
humanos informales, a la vez que su riqueza de modelos mentales y su gran
conectividad entre ideas, que les permiten exportar conocimientos de un área a
otra.
Pero así como hay personas particularmente dotadas para moverse con agilidad y eficiencia en las redes humanas y organizacionales, esa potencialidad puede ser activada a través del entrenamiento del Pensamiento en Red.
Pensamiento en Red es un modelo transdisciplinario en el que vengo trabajando hace varios años, que integra avances de la psicología, las neurociencias, la ciencia de las redes complejas y las nuevas teorías de la comunicación. Es algo así como un nuevo software personal, grupal,
organizacional, para ser parte de las redes y aprender a moverse en ellas.
Estudios recientes demuestran que las leyes de las redes complejas se cumplen en el área de las conexiones neuronales, del pensamiento, de la percepción, de la capacidad para generar empatía y de la integración de equipos creativos. Las ideas en nuestra mente también se hallan conectadas por lazos formales e informales. El modo en que recibimos la información y la forma en que se nos enseña a razonar tienden a privilegiar las conexiones formales, lógicas y coherentes, enlazadas por afinidad temática y relaciones de causaefecto.
Todos somos capaces, además, de un pensamiento intuitivo en el que las conexiones se pueden establecer con lo alejado y lo diferente, a veces hasta con lo aparentemente absurdo, a través de atajos.
La combinatoria de ambos tipos de conexión entre ideas da como resultado un pensamiento complejo, integrador y original: el Pensamiento en Red.
Las ideas se conectan así de distintos modos, llevando a la resolución alternativa de conflictos, la innovación en la forma de hacer las cosas y la confluencia de recursos que parecían distantes.
Además, aquellos que cultivan la disciplina de pensar en red, desarrollan una intensa y extensa conectividad con los otros y sus ideas. El concepto de Pensamiento en Red, a la vez que integra el pensamiento lineal con el funcionamiento intuitivo, propone un pensar que no es individual ni colectivo, sino conectivo.
En las organizaciones, los buenos líderes suelen tener activo el
Pensamiento en Red. De todos modos, necesitan que su gente también piense en red, para fortalecer y sinergizar su gestión. Además, deben saber detectar la red por fuera de la organización para integrarla a sus recursos.
Cuando el Pensamiento en Red opera en la mente del individuo, su conectividad se expande hacia el equipo de trabajo, conectando la propia creatividad con la de los demás. Rápidamente, se difunde a la organización, que se vuelve más innovadora y permeable al intercambio con el entorno. Se
generan así alianzas entre diferentes tipos de personas que las mantienen unidas y diferenciadas en su originalidad, permitiendo su interacción de un modo dinámico y funcional.
¿Quién negaría que valores como la empatía, la solidaridad, la confianza, el respeto por la diversidad son esenciales para la calidad y la armonía de las relaciones dentro de cualquier organización?
Podemos decidir que nuestra organización sostendrá esos valores, y también podemos seleccionar a las personas que demuestren tenerlos. Pero cuando desarrollamos un Pensamiento en Red, determinadas actitudes dejan de ser consignas de buenas intenciones para pasar a ser una consecuencia natural de trabajar y vivir en red.
Nos interesa compartir la información para hacer crecer los proyectos,
enseñar para tener aliados más preparados, colaborar en los planes de los otros para que acompañen en calidad a los nuestros.
Nos importa ser más empáticos, porque sabemos que conocer mejor al otro
ayuda a tejer la red.